fedegil
10 de sep de 20101 min.
Actualizado: 4 de ago de 2021
Un domingo hace tiempo fui invitado por amigos a un vareo de 'El Hebreo'.
Ramiro es el jinete y tiene la suerte de subirlo, al costado desde la camioneta de acompañantes, la miradas apuntan todas hacia el mismo lado, casi hipnotizados por la mecánica del movimiento al galopar.
Sólo se escuchan las patas contra el balasto, y el sonido del último sorbo del mate, señal para que el cebador estire la mano y siga con la vuelta.
La naturaleza consiguió la perfección estética animal con el caballo, y El Hebreo es una muestra de eso.