Miles de personas (entre fieles y curiosos), abarrotaron la playa Ramírez para rendirle culto a la diosa del mar Iemanjá. En este día particular del año la playa queda repleta de pozos luminosos, dentro de ellos los devotos crean algo así como su propio 'altar', donde encienden sus velas y rezan oraciones a la diosa representada en estampitas. Las barcas de espuma plast parten río/mar adentro llevando ofrendas, promesas y esperanzas.
Ya entrada la noche, se forman rondas donde los diferentes colectivos umbandistas practican su ritual con cánticos en portuñol, llevados por la cadencia de los tambores y el sonido estridente de las campanas. Los mediums del templo concentrados giran vertiginosamente sobre sí mismos, apoyados con beberajes y humos encuentran el ansiado trance, y los espíritus se manifiestan a través de sus cuerpos.
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